EL AMOR UNE UNIVERSOS 2

Entonces, Itzjak (Isaac), hijo de Abraham, llevó a Rivká (Rebeca) dentro de la tienda de su madre y la tomó como esposa, y él la amó. Así fue como Itzjak se consoló por la pérdida de su madre, Sarah.

El romance álmatico está en peligro de extinción, fenece todo tipo de afecto natural. Hoy prolifera la pasión animal y el desequilibrio emocional que conecta a las personas. Parejas formadas por traumas, heridas y vacíos femeninos que se unen a traumas, heridas y vacíos masculinos. Abismos buscando llenar abismos: un mundo plagado de amor tóxico.

Y aun así, el romance, el enamoramiento y el encontrar un compañero(a) de vida sigue siendo algo único, especial, fascinante y excesivamente reconfortante…Lástima que suele durar solo un instante.

Es como una droga letal: se desvanece rápido. Entonces buscamos repetir la experiencia inicial una y otra vez, ese primer “amor químico” que —si no tenemos dominio propio o gobierno interno— nos lanza a un ciclo depredador de promiscuidad emocional.

El amor es más que una tormenta de sentimientos, más que energía, excitación o felicidad. Es más que nuestro instinto reproductivo activado en una cadena de rituales de apareamiento. Es más que millones de neurotransmisores generando placer y euforia.

Hoy, muchas parejas ni siquiera consideran el matrimonio como una opción válida en su estilo o filosofía de vida.Casarse primero y descubrir con el tiempo que hiciste una buena elección ya no es un pensamiento asertivo en la psique moderna.

Pero Isaac vio a Rebeca y supo que ella era la mujer que había estado anhelando y esperando. Ella tenía lo que él había pedido a los mundos superiores. Con sus disciplinas espirituales, la atrajo.

Podría parecer amor a primera vista, pero en realidad, el Rey del Universo estaba detrás de todo.

“Cuando sabes hacia dónde vas, sabes qué avión tomar.”

Esa es la diferencia entre el amor basado en la ilusión física —provocada por los cinco sentidos, emociones, sentimientos y pasiones— y el amor espiritual, el amor verdadero. El amor no es solo flores rojas y detalles en una fecha especial. No es solo besos, palabras o caricias íntimas.

Isaac no había tocado a Rebeca y ya la amaba. Sabía que había una conexión, un propósito espiritual indescriptible.

La química física es maravillosa; la química espiritual es éxtasis de otra dimensión.

La señal del lazo de amor impuesto por nuestro Abba Universal sobre una pareja es sutil, pero poderosa. Sabes que está ahí, aunque todas las otras sensaciones físicas estén ausentes. No sientes otra cosa que el deseo de no querer estar sin esa persona un instante, porque sin saberlo, esa persona tiene la chispa de Dios que te atrae como un imán al metal.

La unidad vinculante del amor divino es un privilegio de pocos.Solo un 1% de los mortales ha podido experimentarla. No estamos hablando de codependencia o coadicción, ni de carencias emocionales de la infancia.

Hablamos del verdadero amor: un amor que no se origina en lo humano, sino en lo divino.

Morah Yahel

Behatzlaja.