EL DADOR DE TODO

Engalanas mesa delante de mí, aunque mis enemigos me miren estupefactos. En presencia de mis angustiadores, tú, oh Melek HaOlam, estableces un banquete hacia el norte. Mi copa rebosa con el mejor vino.

Me has ungido como rey, y el aceite destila por mi cabeza y mi barba. Ciertamente el bien y la misericordia me siguen todos los días de mi vida; en tu templo me deleito, oh Rey del Universo.

Reconocer al Dador de Todos los Bienes

Agradece al Melek HaOlam reconociendo tres verdades eternas:

1. El Rey del Universo es dueño de todo.

2. Todo lo que poseemos proviene del Rey del Universo y de los mundos superiores.

3. Aunque algo esté en nuestras manos, sigue perteneciendo al Ein Sof.

Una vida de gratitud está estrechamente conectada con la abundancia.

Al meditar, orar y dar gracias al Rey Infinito, nos volvemos canales de generosidad divina.

Compartimos de nuestra abundancia con quienes más lo necesitan y transformamos nuestro mundo circundante en una gran mesa festiva de hermandad universal.

El Arquitecto del Cosmos ha desplegado los deleites del mundo visible como una celebración planetaria ante nuestros ojos.

Nuestra mesa se convierte en un altar poderoso. Cuando nuestros corazones son conscientes del disfrute de su mesa, la abundancia se desborda hacia los necesitados, y nos convertimos en protectores de los que están solos, hasta que en una gran congregación planetaria comamos juntos, adoremos juntos y dancemos en un derroche de alegría, fraternidad y gratitud.

Todo esto se da si reconocemos que:

1. El Rey del Universo es dueño de todo.

Del Rey de Gloria es la tierra y todo lo que hay en ella. Todo en su plenitud le pertenece: el mundo, y los que en él habitan son de su propiedad.

La plata, el oro y toda riqueza humana es del Melek Tzevaot (Rey de los ejércitos)

Suyas son todas las criaturas, las bestias del bosque, y los animales en las colinas, todo lo que se mueve en los campos le pertenece. Tuyo es el mundo y su plenitud, todo lo que hay en él le pertenece.

Tuyo, oh Rey, son la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria, el honor y la majestad.

Todo lo que está en los cielos y en la tierra es tuyo. Tú eres exaltado como cabeza de todo, oh Gran Elohim

2. Todo lo que tenemos proviene del Ein Sof

Dios es el dueño de todas las cosas y todo absolutamente todo lo que tenemos proviene de Él. Es de los mundos superiores que descienden las fuerzas para hacer riquezas.

El Rey del Universo amonesta a su pueblo para que jamás se olvide de él.

Nunca digas en tu corazón: “Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza.” Recuerda que es el Ein Sof quien te da el poder para hacer riquezas.

Las riquezas y la gloria proceden de mí dice el Adon Olam, yo domino sobre todo; en mi mano está la fuerza y el poder, y en mi mano el hacer grande y el dar poder a todos.

Yo soy quien doy la capacidad para engrandecer, ensanchar y prosperar a todos.

3. Todo lo que tenemos en posesión, aunque esté en nuestras manos

sigue siendo del Ein Sof.

Todo es tuyo oh Gran rey, y de lo recibido de tu mano te damos.

Nuestras tzedakot, ofrendas y donaciones no son otra cosa que la devolución de lo que ya te pertenece. Todo viene de ti y a ti retorna.

Gratitud es una forma de ser. La gratitud ante el Rey del universo Transforma nuestra vida.

Debemos detenernos, hacer una evaluación introspectiva, mirar la vida con ojos de amor y abundancia.

Un corazón agradecido es más que aquel que expresa verbalmente “Gracias”, ser agradecido es eso “Ser”, es un estilo de vida, es la manera en que nos relacionamos con el mundo, con el cosmos, con el entorno; accionamos con ímpetu y buena actitud, no solo reaccionamos a las situaciones, nos movemos activamente buscando lo positivo a un de las situaciones más críticas y desafiantes; respiramos abundancia y riqueza en todos lados, porque sabemos que Dios está en todos lados, respiramos felicidad, emanamos luz a un en las frías tinieblas de la nada sideral.

Expandir el banquete del Rey. Nuestra misión en Open Infinity es convertir el mundo en una sola mesa sagrada: donde nadie coma solo, nadie adore solo, nadie celebre solo.

Hacemos de nuestra abundancia una extensión viva del corazón divino.

Nos movemos con ímpetu, generosidad y conciencia cósmica

Sar Itzjak III

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Behatzlaja.